martes, julio 27, 2021

UNA REPÚBLICA DE CIUDADANAS Y CIUDADANOS

Una forma de conmemorar vuestra independencia puede constituir un espejo donde vernos reflejados. El 2 de junio de 1821, en la hacienda Punchauca, entrevista de San Martín con La Serna, el primero propuso “el establecimiento de una monarquía constitucional con un príncipe español a la cabeza”  y La Serna contesta: “que no tiene capacidad de decisión en un asunto tan trascendente y debe consultar a España”; mientras que la jerarquía militar realista creían que la manera de defender los territorios de la monarquía era a través de la guerra. El domingo 15 de julio de 1821, el alcalde de la Ciudad de los Reyes recibe una misiva del General San Martín  a efectos de que se debata si los vecinos estaban a favor o no de la independencia del Perú. Luego se firma el acta de la independencia en el libro del  cabildo No. 45, 1820-1824, histórico documento  que el Ministerio de Cultura acaba de declararlo Patrimonio Cultural de la Nación.

En la otra rivera me acompaña, ahora, el libro de Raúl Chanamé, “La República Inconclusa”, 5ta. Edición, donde se lee: “La República fue el sueño de los liberales peruanos de la Independencia; sin embargo, ella careció de contenido al no contar con ciudadanos. Para ser ciudadano -en el concepto decimonónico- se debía ser criollo; para ser elector, tener renta; para ser sufragante, ser alfabeto. La República se inaugura con las primeras elecciones para el Congreso Constituyente, en las que los votantes no llegaron al millar, a pesar de que el Perú tenía más de un millón de habitantes. Los indios fueron la tropa en las luchas por la independencia, no obstante, la  flamante República no los emancipó del tributo indígena, por el cual Túpac Amaru se había inmolado. Para los nativos, la República fue una promesa fallida, e incluso más abusiva, pues mientras que el virreinato centralizó la tributación, la República descentralizó a discrecionalidad a los más abusivos caudillos militares… Lo cierto es que la República había sido desleal con sus postulados de inclusión. Había Constitución, pero no igualdad. Durante las dos primeras décadas, la República sólo significó anarquía, desgobierno y exclusión…” (1).

La organización como Estado demandó varios años para consolidar una administración pública de gobierno, pues la organización de la época virreinal por cerca 300 años tenía mayor peso, seguida de disputas entre caudillos, remanentes del ejército realista, por su parte, la hacienda pública en crisis por los cambios de gobierno. El censo de 1828 sobre población resultó con 516, 693 habitantes. En la incipiente  República  había los ministerios de Hacienda, Gobierno y Relaciones Exteriores, Guerra y Marina, con un total de 36 empleados.  Asimismo, la Contaduría General de Contribuciones, la Casa de la Moneda, la Caja de Administración, la Tesorería General, la Aduana, entre otras entidades,  por ejemplo, la Policía lo integraban 300 hombres. En 300 años de colonia se extrajeron millones de toneladas de oro y plata de las entrañas de los andes peruanos.

En la  República, el Perú ha tenido 12 constituciones políticas: 8 en el siglo XIX y 4 en el siglo XX, casi todas atropelladas y  con “desfile militar” en palacio de gobierno. España  reconoce la independencia del Perú  recién en 1853 y en 1866 con el combate del 2 de mayo, Callao,  la escuadra española se retiró definitivamente del océano pacífico, y se estima que nuestra independencia costó  784 millones de dólares en favor de España. La ambición de Chile generó la guerra 1879-1884. Parte del siglo XX estuvo marcado por conflictos limítrofes y el conflicto interno contra el Estado.

En el Centenario, 1921, gobernaba Augusto B. Leguía y se llamó “La Patria Nueva”, 5 millones de habitantes. Leguía en su discurso  refirió de “un voraz incendio premeditado para dañar a su persona, dejando en cenizas el antiguo e histórico Palacio de Gobierno con riquezas artísticas dentro”. Se levantaron monumentos, se embellecieron ciudades, plazas y calles; grandes y fastuosas fiestas y se invitaron a 34 delegaciones extranjeras para el 28 de julio.

Década de 1980-1990, vuestra generación recuerda 2,000% de hiperinflación, las cuentas del BCCI de A. García; el demoledor shock de A. Fujimori, pago a periodistas, magistrados, generales, venta de empresas públicas y corrupción.  Hay millonarias deudas por reparación civil, ojala el presidente  profesor Pedro Castillo, exija el pago y devuelvan lo robado/saqueado. 30 años de liberalismo salvaje con sentenciados y procesados: A. Fujimori,  A. García, A. Toledo, O. Humala-Heredia, P. Kuczynski, S. Villarán, L. Castañeda y K. Fujimori (candidata de la corrupción). El coronavirus-19 ha desnudado las carencias y miserias de un Estado canalla: pésima educación y salud pública; desnutrición infantil; Poder Judicial manchado por corrupción; 70% de informalidad; mientras el Contralor Nelson Shack informa (15-07-2021) que Perú perdió  23, 297  millones de soles por corrupción e inconductas y los perjuicios llegaron a S/. 22, 059  millones  durante el año 2020. Todo aquello explica las grandes desigualdades, polarización y nuevas actitudes de la ciudadanía.

La exclusión social ha sido una constante en nuestro país desde la colonia, lo corrobora el acta de la independencia, 1821, donde aparecen firmando vecinos notables, descendientes de españoles y funcionarios, pero  no debían firmar los indios ni las mujeres. ¿Racismo/discriminación? Seguimos arrastrando problemas sociales, la  degradación  del medio ambiente; el tema de los recursos naturales ¿acaso no amerita una reforma constitucional? Somos un país con muchas constituciones, pero con poca ciudadanía; ¿somos una república a medias?, ¿una república con promesa incumplida?, ¿una república en construcción? No hemos logrado en 200 años nacionalizar/democratizar  el Estado. ¿Qué hijos le estamos dejando al mundo? Queremos un Perú más real, más inclusivo; un tratamiento igualitario ni  menor ni superior. Un Estado-Nación Pluricultural dado la diversidad. Una república de ciudadanas y ciudadanos. Finalmente, en el año del Bicentenario, renovar nuestra vocación de servicio a la comunidad.

(1) Raúl Chanamé Orbe. La República Inconclusa. 5ta. Edición, Lima 2021.

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