LOS HEROES SILENCIADOS, I
Escribe desde España, Carlos Paico Joaquín.
En esta pesadilla
vírica interminable, una sociedad atónita asiste resignada por amor de situaciones inéditas desde hace más de un
siglo, al recorte de derechos, a una febril destrucción del empleo, a la
descapitalización y hundimiento de pequeños y medianos negocios, al derrumbe
del turismo, al deterioro de la enseñanza troceada en presencial y telemática,
con especial detrimento del alumnado más desasistidos del acceso a los medios
tecnológicos.
Más allá de los
aplausos emocionados a los sanitarios, a las fuerzas y cuerpos de seguridad del
estado, FFAA, y a todos aquellos y aquellas que con su labor estratégica
permitieron que el país caminase en sus dificultades, hay muchos otros héroes
silenciados…
Los pensionistas que
estiran con generosidad sus ingresos para acoger en ellos a hijos y nietos… Los
que cada día, según se agrava el invierno, lidian en el silencio de sus hogares
con la pobreza energética envueltos en viejas batas de casa y la manta en las
rodilla para evitar enchufar una estufa que desequilibre su bono eléctrico… Los
que en las lámparas del techo dejan solo una bombilla para paliar un consumo
que los devore… Los que están confinados de la mañana a la noche en sus casas
no por prescripción gubernativa, sino porque no pueden comprometer su peculio
tomándose un café en el bar de la esquina alterando su decrepito presupuesto. Los que atesoran los
tiques de sus magras compras en el “súper” para lograr los euros de gratificación de las
ofertas que son como un buche de oxígeno en su economía…
Los padres y madres
que cada día hacen ver a sus hijos que la vida es bella a costa de recurrir de
forma habitual al plato de macarrones y la pizza para poner algo en la mesa...
Los que tragándose sus restos de orgullo, imitando a los que en los tiempos más
agrios de nuestra historia aguardaban en la puerta de los cuarteles para
alcanzar las sobras del rancho de la tropa, están en las colas del hambre para
llevar algo al estómago. Los que por tener tan poco, hay quien cree que ni necesitan
techo y a golpe de porra se les envía al arroyo para mayor beneficio de fondos
buitre en los que se ha doctorado la familia Azar al completo….
Fue obsceno ver a demasiadas corporaciones locales, sin
distinción de colores, lanzarse como perros hambrientos sobre el dinero público
para subirse con desenfreno sus estipendios, mientras se atascaban de forma
indecente la tramitación de ayudas como las del talón restaurante u otras,
pensadas para paliar necesidades extremas… Es trágico que la Política, en
mayúsculas, esté en manos de alguna gentuza que le roba el alma y la convierte
en práctica desalmada. (Continuará).
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