En
la novela “Conversación en la Catedral” de Mario Vargas Llosa, encontramos una
rigorosa interrogante: ¿en qué momento se jodió el Perú? Sobre el particular,
se ha dicho mucho, por ejemplo, cogemos la respuesta no de un político, sino
más bien de un artista plástico. Eduardo Tokeshi nos dice: “mi país tiene vocación de Pasamayo con niebla, por eso siempre
estuvo y estuvimos jodidos… en este lugar todo está a punto de hacerse, nada
está hecho y en eso tenemos toda la ventaja del universo”.
Efectivamente,
todo está por hacerse, empezando desde la concepción del ser humano;
construcción de la familia con valores; una sociedad con igualdad de derechos y
obligaciones; además, una moderna Constitución Política del Estado.
El
liberalismo salvaje no ha dado resultados. Pobreza/pobreza extrema, cultura de
la informalidad, la criollada, corrupción y corruptelas, congresistas digitados
e incapaces (salvando excepciones) para dar decisiones soberanas sobre los
recursos naturales y calidad de la educación pública nacional, nos permite inferir que la democracia es una estafa.
Es
una vergüenza que el Congreso discuta conductas o actos ilícitos de sus propios
integrantes; comisiones investigadoras improductivas, más el ocio legislativo para
el pueblo, son señales de un Congreso mediocre, etc.
Entonces,
a la interrogante citada líneas arriba, en la otra rivera tenemos: ¿hasta
cuándo la clase política seguirá jodiendo al Perú?