El coronavirus y sus consecuencias en Perú demuestran nuestras carencias para afrontarlos oportuna y adecuadamente. Para nadie es un secreto la situación calamitosa de la salud pública en el país; es desastroso. Con el Covid-19 demostramos en tiempo real las carencias; como siempre, tiene que haber muertes para reaccionar; lo fue contra el cólera, lo es contra el dengue y la anemia. Pero bien para el mercantilismo de empresas farmacéuticas del mundo, “defendidos políticamente a capa y espada” por algunos ex congresistas u el entreguismo de nuestros recursos naturales y concesiones diversas. Fíjense, los mejores productos alimenticios salen al exterior, los recursos minerales salen y regresan distinto pero con precios muy altos. Desde la década del 50 del siglo XX se reclama educación pública de calidad, pero los gobiernos anteriores no han tenido respuestas. El dominio del poder económico y político en nuestro país es evidente e indignante. ¿Merece nuestro país que cada gobierno administre pobreza o pobreza extrema no obstante la riqueza natural, histórica y cultural peruana? Es obvio que, desde el poder político se digita, se torpedea o bloquea cualquier reforma educativa de calidad. A muchos traficantes de la política les interesa que los peruanos permanezcan adormecidos, así:
“Los medios de comunicación masivos, vician y desnaturalizan a la gente, la pervierten y lo que es peor aún, la embrutecen, porque no hay ninguna ley que prohíba embrutecer a la gente. Esa es la desgracia”. Marco Antonio Denegrí.
“El papel de la radio y la TV ha sido decisiva en el incremento de los brutos en el país, son maquinarias perfectas de estupidización colectiva, por eso es que los gimnasios están llenos y las bibliotecas vacías. El mensaje es claro; la imbecilidad es rentable”. César Hildebrant.
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