Francisco
Pizarro sabiendo que el Inca Atahualpa, descansaba en Cajamarca va a su
encuentro, un sábado 16 de noviembre de 1533, engañando al Inca de ser
mensajero se paz y amistad, y aliado para defenderlo de sus enemigos; le
prepara una emboscada, con alevosía,
ordenando prisión del Inca y el
degüello de su escolta y de sus nobles. Preso Atahualpa, ofreció un cuantioso
rescate por su libertad, indicándole
al conquistador español: el
cuarto donde se encontraba preso lleno de oro, hasta donde alcanzare su mano,
puesto de pie, y el cuarto vecino dos veces lleno de plata hasta la misma
altura.
Entonces,
el conquistador-invasor no tenía disculpas para negar la libertad del Inca;
inventó una conspiración contra los
españoles, la calumnia produjo efectos
en algunos soldados que pidieron la muerte del Inca. Juzgado por jueces
parciales negaron al Inca toda apelación, siendo sentenciado a la pena de
muerte.
Muerto el
Inca, los españoles se distribuyeron los tesoros del rescate, siendo el monto
de 40,860 marcos de plata y 971, 125 pesos
de oro, fuera del quinto que se dedujo antes para el Rey y unos 10,000 pesos
que se asignaron para limosnas. A cada soldado de caballería le toco 384 marcos
de plata y 9,909 pesos de oro; a los soldados de infantería, 181 marcos de
plata y 4,540 pesos de oro.
Hay que
advertir que el marco valía 15 soles de nuestra moneda y el peso de oro 40
soles, de modo que a cada soldado de caballería tocóle 402,120 soles de nuestra
moneda.
Un
escenario como el descrito, pone en evidencia las reglas malévolas de la corona
de España contra las reglas del Tawantinsuyu: Ama Sua; Ama Quella; Ama
Llulla.
Cuzco. Restos del Palacio del Inca Manco-Capac.
Fuente: El
Perú en el primer centenario de su
independencia. Fundación, Luis Enrique Tord. Société de Publicité
Sud-Américaine Monte Domecq’ & Cie. Ltd.
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